jueves, agosto 04, 2011

Del Daño Que Nos Hacemos

Nos conocemos desde el siglo pasado, y desde que lo conocí lo vi con ella. Siempre parecían estar en una relación sólida y con mucho futuro, como que eran el uno para el otro; hasta que pasó lo que pasó, no sé si era lo que tenía que pasar pero ya está, no hay un mundo paralelo para verificar cómo habrían sido sus vidas si esos acontecimientos no se hubieran dado.

Muchos años han pasado desde el comienzo de esa época nefasta para él, bebimos mucho y lloramos más, era la única manera de acompañarlo. En un momento todo se confabuló para que estuvieran juntos de nuevo y el impase parecía superado. Lamentablemente fue un error, se prolongó la agonía, se hizo más daño y como en todas las cosas del corazón no hubo un consejo que sirviera. Ahora sí la ruptura era definitiva.

El tiempo no ha parado de andar y la sacó presencialmente de su vida, ya no se ven ni sabe dónde está o con quién, ocasionalmente le llegan algunos rumores pero prefiere no saber, o por lo menos no confirmarlos, ha entendido que vivir su ausencia en lugar de aceptarla solo lo pudre más.

Pero sentimentalmente es obvio que aún está ahí, es claro para él y para todos nosotros, nadie sabe ya que hacer y él vive tan apenado que prefiere no decirnos nada, eso algunas veces, otras veces necesita un amigo que lo escuche, solo eso, ser escuchado es tan liberador.

La razón y la lógica son tan inútiles en estos casos, él se empeña en creer que era la mujer de su vida, nosotros tratamos de hacerle entender que siempre hay mejores cosas, pero no importa, nadie lo saca de ahí, ha cargado ese dolor por tanto tiempo que es complicado sacarlo de ahí, sobretodo porque no tiene disposición, y cuando Dios no quiere...