Son extrañas esas situaciones donde se pasa poco tiempo con alguien pero se despierta un feelling que perdura más allá del momento, que genera llamadas incómodas y mutuos deseos de volver a verse para ver si las cosas pueden trascender de las risas y los toques sutiles y convertirse aunque sea en un arrunche de días.
No existe una actitud específica para que eso suceda, es más, a veces siendo algo distante y callado llega alguien que se interesa por tu silencio y pues ya, se convierten en los mejores amigos y esperan pasar la mayor cantidad de tiempo juntos posible.
Y días después el teléfono suena, y no se tiene la menor idea de quién puede ser, y se escucha una voz completamente nueva que te saluda con todo el afecto del mundo, y como ya se es ducho en estas cosas pues se pregunta directamente por el nombre, da mucha pena seguir la conversación tratando de adivinar hasta que toca preguntar, y la otra persona se sienta algo ofendida y te llama ingrato por olvidar, y luego de un rato te suelta una pista para que uno las agarra en el aire, y entonces ya, ahora si a hablar, a preguntar cómo están las cosas y el eterno ¿Qué más?
Hay que admitir que como no se conoce lo suficiente a esa persona pues se acaba el tema de conversación, ya se averiguó por el trabajo y por el clima, y también por qué vas a hacer ahora, y el novio que es obligado, y que bueno que me llames con eso guardo tu número y hablamos después.
Y después de colgar uno se siente el más "papi", la vieja se levantó el número solo para conversar, y en el fondo uno está seguro que no se van a volver a ver, pero no importa, sirve para alimentar el ego y la ilusión; y si todo fuera posible, si no los separara la distancia, tal vez nada de ésto pasaría, así es la vida.
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