lunes, febrero 27, 2012

De Hacer Las Cosas Del Mismo Modo

Hace varios días soñé que estaba soñando, eso no tiene nada de raro, lo extraño es que el sueño que estaba dentro de mi sueño ya lo había soñado antes, pero no en la realidad, en nuestra realidad, sino dentro de mi sueño, sabía que lo había soñado, era como un deja vu de sueños.

Entonces como sabía lo que iba a pasar y cómo se iban a desarrollar las cosas, no actuaba, simplemente dejaba que las cosas pasaran. La cuestión es que el no actuar hacía que el sueño se fuera transformando, en pocas palabras, no era un libreto escrito en piedra, no era un destino trazado, era la confirmación que cada decisión que tomamos cambia nuestro futuro.

El día de la marmota es una película donde el personaje de Bill Murray se queda atascado en un pueblo de Pennsylvania viviendo el mismo día una y otra vez hasta que logra arreglar su vida y la de los que están a su alrededor, consiguiendo así su pase a la libertad. En la película los eventos no cambian mucho, así se da cuenta que los días se repiten, pero sus acciones al final son las que cuentan. En mi sueño no tuve más oportunidades, cuando esperaba que algo pasara no sucedía y permanecía aletargado y anonadado preguntándome por qué.

Todo esto me hizo preguntarme cómo actuaría si volviera a vivir mi vida consciente que la estaría repitiendo. Evidentemente arriesgaría más, hay ciertas cosas que me gustaría que hubieran pasado y trataría de hacerlas suceder.

Se preguntaran por qué me quedo con la duda, pero es que no es lo mismo actuar sin certeza de la respuesta, por lo menos ahora sé, cuando nada puedo hacer, que si me arriesgo no voy a perder, cosa que no sabía en su momento.

Es como aquella vez que te dije que no me gustaban las mujeres de senos grandes y eso truncó nuestro futuro. O el encuentro que tuvimos para notificarme que te ibas del país, si hubiera actuado no estarías casada ni a un océano de distancia. O ese día cerca a las escaleras de la facultad cuando te respondí que en ese momento no me interesaba estar con nadie. O la noche afuera de la casa donde se celebraba la fiesta de grado y me dijiste que íbamos a hacer lo que nunca habíamos hecho.

Si volviera a nacer sería más sinvergüenza? No lo sé, no creo, es lo que soy lo que me mantiene donde estoy, tal vez arriesgaría más, pero sólo en aquellas situaciones donde ganaría de seguro o por lo menos no existiría manera de perder.

Si volviera a nacer haría algunas cosas de una manera completamente distinta, y otras, exactamente igual.

viernes, febrero 03, 2012

De A Lo Que Tenemos Derecho

Si se adquiere un bien o servicio y se paga por él, se tiene derecho a reclamar en caso de sentirse defraudado, eso es lo que dice Talcual en el Boletín del Consumidor, las leyes nos protegen y tenemos derechos a usarlas.

Si se adquiere un bien o servicio y se paga, a crédito y con plazos fijos y acordados desde el principio, también se tiene derecho a reclamar, eso sí, sea menos vehemente y sobretodo lea bien el contrato desde el principio, la letra menuda y demás, si tiene dudas coméntelas antes de firmar todo, ya después, cuando se dan interpretaciones unilaterales es que vienen los problemas.

Si se adquiere un bien o servicio y se paga con chichiguas, de mala gana, con rogadera y perseguidora, se tiene derecho a recibir un buen susto para que pague, a las buenas o las malas, además de recriminaciones en público por ser tan degenerado. Ojo con eso.

Si se ha establecido un contrato verbal o escrito donde cada quién recibirá su parte, justa o no, y cada quién estuvo de acuerdo; no se tiene derecho a hacer ninguna manifestación siquiera cercana a algún tipo de reclamo, se cargará todo en la conciencia con estoicismo, con el pecho al viento, sin que se quiebre la voz, ni se acumule agua en el rabillo del ojo.

La vida no es justa, no estoy afirmando nada nuevo, no quiero decir que haya que endurecerse, o mejor lo dijo el Che Guevara: Endurecerse sin perder la ternura jamás. Así suena más bonito y hasta parece diferente.

Lo que sí se debe ser es conciente entre lo que se da y lo que se recibe, o mejor, entre lo que se firmó en el momento de la mala negociación. No por una simple inconformidad podemos cambiar las reglas de juego, no está bien, no es correcto, nadie nos obligó a firmar, a estar ahí, generalmente se sabe de antemano la ruleta que se está jugando, algunas veces se pierde, las otras también.