jueves, abril 26, 2012

Del Olvido Que Seremos

A diferencia de lo que dice Sabina, yo sí soy un tipo de lágrima fácil, lo acepté hace mucho tiempo, me lo había dicho en voz alta, pero creo que nunca lo había comentado al público en general.

A pesar de mi condición de lagrimón, hacía un tiempo ya que no derramaba una lágrima o se me aguaba un ojo por culpa de una película, o una canción, o una historia, mucho menos por un libro, mi literatura reciente sólo tiene que ver cuestiones técnicas, a ver si dejo de ser tan mediocre en mi trabajo y sobretodo a ver si dejo de ponerlo en la cuerda floja con cada acción que realizo; había pasado un tiempo, pero tuve que cruzarme con Héctor Abad Faciolince y El Olvido Que Seremos para que con un solo capítulo me hiciera parecer una magdalena.

Al escritor lo conocía desde sus tiempos en una revista medio farandulera, pero luego le perdí la pista cuando cesó su columna para dedicarse a otra con un talante más investigativo, si cabe el adjetivo, pero resulta que esa revista no es muy de mi agrado, así que nos distanciamos hasta que supe de la publicación de éste libro, el cual siempre me pareció que debía leer, aunque nunca tuve la posibilidad, hasta ahora.

Hacer un homenaje a un padre no es fácil, lo intenté una vez en este Blog para un cumpleaños del mío y me tocó pensar bastante, eso que está vivo, no me imagino cómo será tratar de tener una visión objetiva de una persona que ya no está a tu lado y se fue de una manera tan vil. La descripción de su padre parece irreal, como sacada de un libro, pero él insiste en que trató de hacer justicia sin que la melosería lo abordara, definitivamente le creo, más porque si su padre no hubiera sido la persona que él dice que fue, probablemente no hubiera muerto como lo hizo.

Yo siempre he creído que el peor mal que nos aqueja es la intolerancia.

Pero él trata de ser tolerante, y como yo, renuncia al camino de la venganza, a la violencia. Lo que hace simplemente es plasmar lo que vivió, para que nosotros juzguemos, para que entendamos, para que no nos olvidemos, porque el olvido es otra enfermedad que parece incurable.

Y a pesar que el libro es acerca de la relación con su padre, hasta su fallecimiento, no fue su muerte la que me hizo llorar, como que durante todos los capítulos él nos viene preparando para ese desenlace fatídico, así que no duele tanto. Es la muerte de su hermana Marta la que me desgarró el corazón. Pensar en el dolor que sufrieron y cómo la vida se le fue en tan solo unos meses es desgarrador. Ella era luz en su familia y pudo haber llegado muy lejos con sus dones, pero simplemente tuvo que irse, antes de tiempo, sin motivo y sin razón.

La muerte es el proceso más natural y al que es más difícil acostumbrarse, no me imagino cómo me sentiré el día que tenga que enterrar a mis padres, o peor aún, cómo se sentirían ellos si tuvieran que enterrarme a mi o a una de mis hermanas. Pero la verdad es que a pesar de la muerte, la vida continúa, no se detiene, y lamentablemente muchos de mis muertos ya son vagos recuerdos, ya no los extraño, ya me acostumbré a su ausencia, como algún día alguien se acostumbrará a la mía. Hoy estamos, pero mañana no sabemos.

2 comentarios:

Neuroneter dijo...

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