sábado, agosto 21, 2010

De La Vara De Medir

Últimamente en el trabajo he cometido ciertas cagadas de gran magnitud, bastante grandes, tan grandes que cuando me las dicen ya no logro conciliar el sueño.

Resulta que en el medio eso es pan de cada día, todos cometemos errores, en general en la vida, pero la gran diferencia es que aquí la manera de ascender es subrayando los fallos de los demás con todo el bombo posible, como si el que denuncia fuera perfecto y pudiera lanzar la primera piedra impunemente; pero yo no puedo ser así.

Mi filosofía de vida siempre ha sido no hacer a los demás lo que no me gustaría que me hicieran a mí, independientemente que la mayoría de las veces no aplique, creo que ya lo he repetido muchas veces acá, entonces, cuando por casualidad descubro un error ajeno trato de hablar con el implicado y dejar que el mismo solucione su problema, no es que trate de taparle, pero armar una tormenta en un vaso de agua nunca ha sido mi estilo, yo prefiero las cosas calmadas y en paz, nada es lo suficientemente importante como para pisar a los demás en la carrera.

He seguido fiel a mi manera de pensar, el problema es que los demás también, entonces, cuando mis errores han salido a la luz han recibido una gran difusión por parte del que ha querido aprovechar, nada raro, lo extraño aquí es que lo que he recibido como retribución por no pasar al lado oscuro de la fuerza y señalar a los demás ha sido el salir absolutamente bien librado de cada situación, nada de muela ni de regaños, los comentarios respectivos y nada más, eso sí, hay que tener en cuenta que ha pesar de la gravedad de los errores he logrado repararlos de manera inmediata y prácticamente sin daño alguno, pero aún así, a papaya puesta...

Entonces me puse a pensar que con la vara que midas serás medido, tanto así que a ratos trato de no medir, recuerdo que también meto la pata y lo hago en grande, a veces me recrimino más de la cuenta, pero eso también me sirve para ser más consciente de mi humanidad y la de los demás, para tener en cuenta que un poco de poder también puede envilecer y que no puedo convertirme en lo que tanto odio, que aquel que no conoce su historia está condenado a repetirla.

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