jueves, septiembre 20, 2007

De Una Chocoaventura

Después de mucho tiempo de conocerte al fin uso esa palabra que creo te gusta tanto, antes la utilizabas mucho, ahora no sé, creo que sí, tu sabes que mi memoria es muy malita pero lo cierto es que de esos años sí que la utilizabas, hoy la uso para relatar una historia peculiar, de esas que no vivimos todos los días.

¿Alguno de ustedes ha montado en un toro mecánico? Yo no, aunque parece divertido cuando uno lo ve en las películas, o por lo menos lo parecía antes de la última situación en la cual me vi envuelto sin querer.

Cuando uno dura treinta minutos montado sobre un tubo en el platón de una camioneta a las cuatro de la madrugada por una carretera destapada se ve obligado a preguntarse en qué consiste su profesión, en un sentido menos riguroso del futuro profesional reflexiona acerca de los toros mecánicos y se plantea un post con la duda acerca de si elegimos las cosas o ellas nos eligen a nosotros.

El toro mecánico se balancea hacia adelante y hacia atrás, además gira de un lado a otro tratando de que el jinete caiga, pero si lo hace es sobre unas colchonetas que evitan cualquier lesión; cuando uno cabalga un tubo que se sale del planchón de una camioneta, el tubo se balancea hacia adelante y hacia atrás y además gira de un lado a otro tratando de salirse, con la vital diferencia que aquí hay que evitar que el tubo se salga y además que uno se salga también porque no existe línea de vida que ayude.

Creo que no todos montamos en toros mecánicos, y más bien pocos domamos un tubo, son esas cosas que uno mira en retrospectiva y se siente orgulloso de haberlas hecho, habla con los compañeros de trabajo y se engrandece en los cinco minutos que dura el cuento, pero en el momento de la ejecución solo sabe madrear y putear por su suerte, espera que en el futuro no se presentan más hechos por el estilo y sobretodo tratar de creer que su sueldo es suficiente para cubrir estas cosas y encima no denigralo como profesional. Cosas.

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