martes, febrero 12, 2008

De Muchas Cosas

Inicialmente este post iba a servir para comentar un error que cometí, un error de principiante que espero no me pase factura, o mejor no una tan grande; pero resulta que al siguiente día cometí otro error más grande y más estúpido y terminó agríandome el fin de semana que de por sí ya no iba tan bien, en fin, la vida es así, eso diría para seguir adelante hasta que llego a la oficina y me encuentro con un problema de magnitudes mayúsculas que pone en riesgo mi reputación y sobre todo mi puesto.

Primero lo primero, error de principiante, de niño quinceañero con las hormonas alborotadas, error por no seguir mi instinto el cual me ha alertado en varias oportunidades y al no hacerle caso me han pasado otros cacharros, así fue el día que me robaron la palm, presentí que debía revisar si le había echado llave a la puerta, no lo hice y se perdió el aparato, o la vez que me robaron en la casa, sentí que no debía separarme del viejito y el muchacho, de nuevo perdiendo. Dicen que así se madura, pues parece que me falta mucho para no meterme unos autogoles que me hacen llorar.

Ya con el ojo afuera no hay Santa Lucía que valga así que ni modo, perdón, lo siento, sigamos adelante, las consecuencias las sufriré, aunque espero que reflexiones y no hayan consecuencias, lo manejemos de manera local y prometo no volverme a equivocar de la misma manera.

La disculpa de arriba también sirve para el otro error, solo quería una pregunta tuya y nunca se dio, me quedé esperando a pesar que algo me decía que debía actuar o pasaría un mal rato, las palabras hieren, tanto como lo hace el silencio, las acciones matan, tanto como lo hace el dejar de hacer. Todo hubiera sido tan distinto si alguno de los dos actuara diferente, pero bueno, ya ni modo, cada vez estos problemas son menos frecuentes entonces me imagino que estamos creciendo juntos, no madurando, solo creciendo.

Por último la oficina, llegué con ganas de hacer lo presupuestado, que no era mucho pero sí significativo, hasta que me estrellé con un muro infranqueable, el portátil que debía prepara había desaparecido sin dejar rastro, averigüé con los posibles encargados de la situación y nadie da razón, total, a hacer lo inevitable, hablar con la jefe y contarle lo sucedido.

Si usted es trabajador y lee esto dirá que son las cosas que pasan, pero si es jefe o dueño tal vez, comentará que para eso tiene a alguien encargado y que debe responder por el error, así no sea del todo mi culpa, lo es por ser inocente y pensar que la gente es como yo, pero a la hora de la verdad yo no boté el equipo ni fue descuido, simplemente alguien más vivo que yo hizo lo que quiso y ahora siento mi puesto tambalear lamentablemente.

Así es la vida, no queda más, somos barcos a la deriva y nuestras acciones no siempre sirven para corregir el timón.

No hay comentarios.: