miércoles, enero 23, 2008

De las Anécdotas de Viaje

Volví a viajar, cosa que ya llevaba semanas sin hacer, estaba esperanzado en pasar el mes en blanco pero a cambio de uno me metí dos viajes en cinco días, realmente el último no era necesario pero por andar de afanado y no hacer las cosas como se deben me tocó volver prácticamente a nada, total, ya estoy aquí y a la expectativa de lo que pueda pasar.

En el segundo trayecto de ida me dieron una silla bien adelante en el bus, cuando abordé me fijé que en el costado opuesto de mi fila había una muchacha algo atractiva y me lamenté por no haber sido su compañero de viaje, igual ya nada podía hacer y sería otro pensamiento sin acción, además, se sentó junto a mi otra chica con un estómago perfecto, de esos que solo dan ganas de acariciarlo y mirarlo por mucho tiempo, ahí estaba mi desquite.

Me concentré en dormir, porque si no duermo tiendo a marearme con facilidad, entonces ya que no había película y la ciudad se vuelve monótona dentro de un bus de transporte intermunicipal me concentré en el sueño, abría los ojos a ver si ya salíamos de la ciudad y como era de suponerse nada, todo muy normal, de un momento a otro un ruido extraña me sobresalta, son como los mugidos de un animal pero se sienten demasiado cerca para ser en la calle.

Abro los ojos y veo con lástima que la primera niña bonita da arcadas y se agacha con dificultad, se atoró me imagino, pero cuando repaso la mirada veo que el joven que está a su lado está de pie golpeándole la espalda porque ella está atragantada con el vómito, no logra respirar y no para de vomitar; triste espectáculo que gracias a Dios no tuve que protagonizar o coprotagonizar, lo vi de cerca y fui suficiente.

Miro de nuevo por la ventana y no hemos llegado a la autopista sur, éste va a ser un viaje largo, ojalá no se propague el olor del vómito porque ahí si me "gomito" como dijeron mis sobrinas. Unos minutos después se levanta de nuevo el joven a pedir más bolsas para el vómito porque la que tenían ya ocupó su capacidad, definitivamente viajo largo, aunque en el resto del trayecto la susodicha no hizo mayores gestos, si tendríamos demoras por fallas en el aire acondicionado y otras cosas más.

Sin ser mala persona me da asco ver a alguien más vomitar, debe ser triste que mientras uno vomite el resto de la gente se quede mirando como si fuera un bicho raro, escuchar los comentarios de las viejas de muchos viajes que no entienden como una persona tan joven se puede marear con facilidad, cosas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

si dieguito, triste y muy cierto, yo creo que eso no esta en uno,osea supongo porque gracias a Dios no me ha sucedido, me imagino que no se puede controlar. pero se que hay una pastillita para prevenir..!r!@n@