Cuando era niño, yo vivía con mis padres en un pueblo de mediano tamaño, mientras mi abuela materna vivía en un pueblo mucho más pequeño que debe quedar como a una hora de distancia. El hecho es que generalmente ella nos visitaba seguido para hacer sus vueltas, comprar cosas, ir al médico, vainas de ese estilo, y siempre llegaba en el primer "vuelo" y se iba mediada la tarde.
Ese primer "vuelo" que en la década de los 80 y 90's era un bus escalera o chiva o como la conozcan, generalmente hacía que ella llegara a eso de las 7 a.m. a mi casa, hora en la cual éste bebé seguía rendido en los brazos de Morfeo, pero generalmente mi mamá todavía estaba en la casa entonces trataban de actualizarse de chismes lo más rápido posible, tomando como base de operaciones la cocina y hablando sin parar.
Era ahí, entre sueños, entre dormido y despierto, que las voces se filtraban en mi cabeza para atormentar mi descanso, ya nada podía seguir igual y no me quedaba más remedio que levantarme para saludar, para revisar lo que traía que religiosamente tenía un componente de harina, podría ser torta, o pan de maíz, o unas galletas recubiertas de azúcar, o pudines, o miles de cosas deliciosas.
Hoy lamentablemente ella no está, y ya no va a estar más, pero tuve esa misma sensación en mi cabeza, y la misma reacción natural, y los deseos de recordar con ella estas cosas que hoy recuerdo para ustedes.
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