miércoles, abril 29, 2009

De Un Acto Bochornoso

Todos hemos pasado vergüenzas en la vida, de eso estoy seguro, no creo que nadie sea la excepción, el que esté libre de pecado que tire la primera piedra, los motivos son variados: Los celos, la ira, el síndrome premestrual, el alcohol, el odio, el nacionalismo y de paso el autoritarismo, la envida, en fin, cada quien sabrá cómo y por qué hizo lo que hizo.

La gravedad del hecho se mide bajo la vara del ejecutor, para algunos ciertas cosas no son tan preocupantes como para otros, pero mientras en la conciencia haya algún rastro de vergüenza pues son cosas para no recordar, además hay que considerar los agentes externos involucrados en el suceso y para ellos, como solo son testigos cualquier acontecimiento que altere la normalidad es digno de rememorar, más si tiene un dejo de horror.

La cuestión es que ya con el ojo afuera no hay Santa Lucía que valga, después de haber dicho o hecho algo no hay manera de borrarlo, el tiempo no se puede devolver y cuando necesitamos que la tierra se abra y nos trague generalmente no pasa. Cuando se ha dejado la dignidad en el piso no queda más que levantarla y seguir, continuar como si nada hubiera pasado, o mejor, reflexionar acerca del hecho para evitar esos comportamientos y seguir con la vergüenza envuelta en la sombra alejándose lo más que se pueda del sol.

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