miércoles, septiembre 02, 2009

De La Escafandra Y La Mariposa

Hacía mucho tiempo una película no me hacía reflexionar tanto acerca de las fortunas que tengo en la vida, de las facilidades con las que cuento, de las pequeñas delicias que representan cada amanecer, el desplazarme a placer, el poseer todas las facultades del cuerpo y de la mente.

Hacía mucho tiempo no me enamoraba de tantas mujeres en un film, de Celine, de Henriette, de Claude y de Marie, bueno no de todas, dejo por fuera a Josephine ya que su actitud deja mucho que desear a pesar que Jean-Do en la llamada telefónica le dice que siempre la espera. Cosas del amor.

Hacía mucho tiempo una cinta no me cuestionaba acerca de la relación con mi papá, la escena de la afeitada al igual que la de la llamada, al igual que toda la película mejor dicho, solo sirven para derramar lágrimas. Sobretodo cuando el viejo reconoce que es muy difícil conversar con su hijo, no por el impedimento del vástago sino por el impedimento de él mismo al olvidar todo con facilidad. Me identifiqué con Jean-Dominique cuando reconoció lo importante de la aceptación de su padre, de como todos buscamos ese reconocimiento, de como nunca dejamos de ser niños.

Hacía mucho tiempo el cine no me mostraba los frágil que es la vida, como en un momento todo está bien para al siguiente conocer el infierno, que lo único que se necesita para morir es estar vivo y que morir no significa necesariamente pasar a otra vida y vivir no significa necesariamente estar en éste mundo.

Lo único que me queda ahora es leer el libro, la autobiografía de Jean-Dominique y ojalá reflexionar acerca de cada palabra que sé que escribieron dictadas por su párpado izquierdo.

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