lunes, septiembre 21, 2009

De Mi Pueblo Pueblo

Primero vamos a ubicarnos geográficamente para que sepan donde queda mi pueblo: Mi pueblo queda al sur del país, bien al sur, como a unas nueve horas de la capital y sólo se llega por tierra, no hay nada de aviones ni esas cosas, aunque existe un aeropuerto sin funciones determinadas. Cuando yo le digo a la gente que soy de tal pueblo también tengo que nombrar el departamento (estado) porque no tienen ni idea de qué es eso, generalmente dicen que conocen la capital del departamento como si esa ciudad fuera la única del sur, en fin.

El parque central del pueblo es el centro de la actividad comercial, tiene una iglesia con una torre y un reloj que a veces funciona, allí quedan los bancos y la única vez que uno de ellos puso otra sede tuvo que cerrarla a los pocos meses porque no había suficiente clientela para las dos locaciones.

A una cuadra del parque y de la iglesia quedaba el colegio donde estudié mi bachillerato, ahora queda otra institución que no entendí bien que era pero ya no es el colegio. Y junto a él la institución que me hace redactar este post: El cuerpo de bomberos voluntarios.

El cuerpo de bomberos voluntarios, como su nombre lo indica, está constituido por personal voluntario, aunque me imagino que uno que otro recibirá sueldo, porque hay algunos bomberos que llevan toda la vida en eso, pero la mayoría son pelados que me imagino gustan del voluntariado y se entregan en largas jornadas pendientes de cualquier eventualidad.

Mi pueblo es el segundo pueblo más grande del departamento después de la capital, pero no puedo llamarlo ciudad debido al cuerpo de bomberos voluntarios y su herramienta más trabajadora: La sirena.

Los bomberos accionan la sirena todos los días al mediodía exacto además de las veces que la accionan para anunciar alguna calamidad y la misma se puede oír en gran parte del centro del pueblo. Imagínense uno estudiando y escuchar la sirena sonar como a diez metros de distancia, evidentemente las clases se paraban y comenzaba el desorden porque ya llegaba la hora de irse para la casa.

Desde que tengo memoria he oído a la sirena al mediodía, y ahora que volví no fue la excepción; no importa que el pueblo tenga nuevas urbanizaciones, universidades, clubes sociales, la sirena no ha dejado de sonar para recordarnos que mi pueblo no ha dejado de ser un pueblo pueblo.

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