Viendo por enésima vez La vie en rose me fijé en la entrevista que le hacen en la playa a Edith casi al final de la película y le preguntan si tiene amigos fieles, a lo cual, como un rayo certero, responde que sus verdaderos amigos son todos fieles.
Recientemente me preguntaron algo parecido, si tengo muchos amigos, y la respuesta fue un no rotundo, tengo pocos, pero son verdaderos amigos, los conozco desde hace diez años y a pesar de las vicisitudes normales de una amistad, del tiempo y de la distancia son mis amigos porque siempre cuento con ellos y ellos siempre cuentan conmigo.
Hoy por hoy no cambiaría a mis amigos por nada del mundo, tenemos diferencias, también defectos y por supuesto cualidades, somos seres humanos, pero todo esto prueba la verdadera amistad que es la que prevalece al final del camino.
Como amigos hemos soportado muchas tormentas, muchas borracheras, muchas lágrimas por mujeres que van y vienen con la marea, algunas partidas y unos pocos regresos, hemos compartido nacimientos, algunos casi casamientos y duras rupturas; pero todos estos sucesos solo han logrado mantenernos unidos y fortalecernos individualmente y como grupo, otra prueba solidaria de amistad.
Hemos vivido varias etapas de nuestras vidas acompañándonos los unos a los otros, quedan aún muchas otras, y solo espero que cuando lleguen dentro de muchas décadas el sentimiento siga siendo tan sincero como ahora que lo describo.
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