Estar con mis amigos es tan reconfortante como estar con mi familia, me llena siempre de energías y me da ánimos para continuar, ellos son mi segunda familia, eso generalmente molesta a mi mamá pero ella no comprende que los lazos que me unen con los muchachos son más fuertes que los de la propia sangre.
Me gusta reunirme con ellos cada vez que se tiene la oportunidad porque ponemos el cuaderno al día; son pocas las ocasiones y a veces pasa mucho el tiempo, además, no siempre nos vemos todos, entonces, se aprovecha para preguntar por los ausentes, recordar a los distantes y pelar de los presentes.
Es bueno para mi porque sirve para descargar toda esa frustración acumulada puede ser por la carga laboral, económica o familiar, también, se reciben y se dan consejos sin solicitarlos, se recibe y se da apoyo cuando es necesario como también se difiere cuando no se está de acuerdo, así somos nosotros, estamos llenos de disparidades pero la amistad que nos mantiene unidos a lo largo ya de más de una década es lo más valioso que tenemos en común.
En algo nos parecemos todos y es en que sabemos reconocer el momento como único e irrepetible, entonces aprovechamos al máximo la situación, independientemente de las responsabilidades del día siguiente y de la liquidez económica del momento, caemos sin resistencia ante nuestra criptonita y damos rienda suelta a la lengua que tanto nos castiga.
Este post va para ellos y también para los ausentes que leen este blog, sepan que siempre los recordamos y les deseamos lo mejor, que en medio de las peas deseamos que nos acompañen aunque sea imposible, que brindamos por ellos y sufrimos y reímos cada una de sus victorias y derrotas. Salud!
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