sábado, enero 09, 2010

De Un Susto Muy Arrecho

Definitivamente uno siempre le busca males al cuerpo.

Me acuerdo mucho de la historia que me contó un amigo; iba a bañarse a una laguna cerca del pueblo con otros conocidos y le dio por ir a buscar a la casa a otro amigo de él, el cual yo conocía, para que los acompañara en el plan.

Su amigo, el de él, estaba acostado tranquilo y le pareció buena la salida entonces partió con los demás, con tal mala suerte que bañándose en la laguna pereció ahogado.

Cuando mi amigo me contaba la historia recordaba las expresiones de la madre del fallecido, culpándolo por lo sucedido y subrayando en su dolor que él había ido a buscar a su hijo a la casa, que si nunca hubiera aparecido el terrible suceso nunca hubiera acontecido.

Son los males que le agregamos al cuerpo, del mismo tipo que le adicioné yo al mío al largarme a un bar a tomar unas cervezas a pesar que ya estaba acostado y había decidido quedarme tranquilo porque al siguiente día madrugaba para ir a trabajar y sabía, con mucha claridad, que me harían prueba de alcoholimetría.

No tomé mucho ni hasta altas horas de la madrugada, pero sí lo suficiente como para que el dichoso aparatico cumpliera su función y me delatara con descaro, no valió ninguna artimaña para engañarlo y pues nada, a llamar al jefe para confirmarle la tremenda cagada que había cometido.

Váyase para la casa y espere el llamado. No se imaginan la tortura que fue cada minuto porque es claro que muchas cabezas han rodado por el mismo suceso, llamé a quién se me ocurrió que me colaborara de alguna manera, oré mucho y le prometí a Dios no volver a ser tan irresponsable, más vale que yo cumpla.

Regrese en dos horas para que presente descargos. Más minutos para considerar en mi mente lo que voy a decir en la entrevista, a veces se me cruzan pensamientos de la muelera que me van a dar por cometer semejante imprudencia, pero lo que más me importa es que la consecuencias no sean tan graves, he cometido un error y solo me queda meter la cola entre las patas.

Llego a la cita y hago la prueba de nuevo, tal como me lo había imaginado el resultado es completamente negativo pero igual el daño está hecho. Paso por la oficina de cada uno de los jefes que me pregunta qué pasó, la respuesta es muy sencilla: Cometí un error y nada de lo que diga o haga lo puede cambiar, el motivo para tomarme las cervezas? A parte del gusto ninguno más, nadie me obligó ni me incitó, fue mi decisión y sólo me queda afrontar las consecuencias, espero que me den la oportunidad de demostrarles que éste error no define quién soy, ni en lo personal ni en lo profesional, no soy ni un borracho ni un irresponsable, pero para eso deben darme la oportunidad, recalco, estoy muy asustado.

Ya es media tarde y me sancionan por el día completo, está muy mal visto que una persona que recién ingresa a la empresa cometa estos errores, añado que la antigüedad tampoco me dará licencia, estamos depositando mucha confianza en usted y esperamos no estar equivocándonos, le aseguro que no lo están mientras mi corazón regresa a su ritmo normal. Llamo a los interesados a contarles la buena nueva y aprendo, de la mala manera, que no se debe jugar con la comida.

Esto fue un susto muy arrecho!!!

1 comentario:

Anónimo dijo...

jajaja casi me muero del susto antes de terminar d leer dieguito... pobresito!