lunes, enero 11, 2010

De Una Envidia Terrible

Y mientras yo me tomo cinco cervecitas y salgo positivo en la prueba de alcoholemia estos perros toman todo el fin de semana, no van a trabajar y cuándo lo hacen no pasa nada, absolutamente nada, ahí me corroe la terrible envidia.

Pero entonces recapacito y recuerdo todas las veces que Dios me ha protegido en medio de mis peas, lo hizo cuando bajé en bicicleta desde la casa de Jhon Fredy y otras veces más que el mismo alcohol me ha hecho olvidar, entonces ahí ya no me corroe la cochina envidia.

Alguien me preguntó quién era el padrino que me había protegido de manera tan especial en este error y yo respondí que es el que está allá arriba, a lo cual me corrigieron que no era cierto, que ésta vez no me había protegido porque de haber sido así nadie habría notado mi falta, pero difiero de la opinión ya que Él hizo lo que tenía que hacer hasta que yo en mi obstinación actué como no debía hacerlo.

En fin, a veces uno le pregunta a Dios por qué suceden las cosas de cierta manera, y resulta que la respuesta está en nosotros mismos, a veces estiramos la línea tanto y tan seguido que Él busca la manera de recordarnos que el camino no es por allí.

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