De Quedarme Sin Raya

Desde que escribí el último post recorrí como mil kilómetros, monté en motocicleta y además en chalupa para hacer un trabajo que no me tomó más de tres horas en ejecutar, así es la vida, así es mi trabajo, no me quejo, pero lo que si me preocupa es que mi trasero no va a aguantar tantas horas en flota.

Ya antes había comentado que yo no elegí mi trabajo, el destino lo hizo por mi, lo puso en mi camino y por falta de opciones lo tomé sin chistar, de nuevo, no me quejo de ello, más bien, agradezco a Dios por darme la fortaleza para resistir duras pruebas que estoy seguro más de uno no aguanta, sobretodo ciertos profesionales con ínfulas de dueños que esperas más por menos.

Esto tiene ciertas ventajas que no se consiguen en otros puestos, visito muchos lugares en todos los extremos del país, conozco mucha gente de muchas partes, reconozco la grandeza de la ingeniería y las cosas maravillosas e irreales que hacen por la humanidad, aprendo de cosas que jamás me imaginé que existían, la actividad no es monótona, más bien, es impredecible.

Claro, es obvio que a veces me canso y quiero botar la toalla, la fuerza de voluntad de vuelve débil cuando uno ve que todo el mundo está en vacaciones colectivas y yo trabajaré como si nada, cuando la gente en el terminal se despide entre lágrimas porque pasará las festividades con otras personas y uno está ahí solo, esperando la hora de partir pronto porque así mismo podrá volver.

Estoy buscando masajista que me regrese el trasero al tamaño normal, de una vez que me trate las rodillas porque me duelen demasiado y están tan grandes como mi cabeza, me dio un calambre y eso solo pasa cuando mi cuerpo está muy cansado, me rascan los codos porque esperé mucho tiempo a la orilla del río, en fin, estoy listo para salir de nuevo.

A propósito, muy bonito el terminal de Bucaramanga, es el que más me ha gustado de todos los que he conocido, limpio y con una distribución bastante peculiar, me dijeron que se se parece al de Cali pero hace tiempo que no voy por allá.