jueves, junio 14, 2007

De los Deberes y Derechos

A medida que la vida va avanzando, se van adquiriendo ciertas responsabilidades sobre uno mismo y sobre lo demás, uno tiene que cepillarse los dientes, aprender a anudar los zapatos, luego ya tiene que tender la cama y recibe plata una mesada para administrar.

Ya cuando tiene edad y ganas para salir de rumba entonces debe llegar a cierta hora a la casa, evitar pasarse de tragos, aprender de los peligros de la calle, ser respetuoso con la novia, evitar a todo dar los embarazos así lo consuma el deseo. Ya en la universidad se tiene el libre albedrío de ir o no clase sin reclamos, en presentar los trabajos y estudiar por su cuenta, también a embriagarse con mesura, o sin ella pero con sentimiento de culpa, a no volverse un vicioso pero sí a disfrutar la vida.

Cuando volvemos a la vida real las responsabilidades nos agobian, la plata para el mercado, para pagar las cuentas, cumplir un horario de trabajo, nada de llegar con guayabo (ratón), una tarea mal ejecutada ya no es una mala nota sino la posibilidad que lo boten, a trasnocharse para cumplir y que los demás sigan ganando más sueldo que uno.

En ese punto, si se ha sido prudente, uno puede tomar una decisión: Me enfrento a esto solo o me busco compañía y espero que no nos compliquemos juntos. Mejor dicho, solo o con familia, porque ya la responsabilidad de un hogar y los hijos es otra cosa, realmente no conozco esta situación, o mejor, no la conozco con hijos porque últimamente estoy criando a ajenos.

Me refiero a que estoy comprometido de lleno con mi trabajo, como he comentado, me siento muy cómodo y hago las cosas con gusto, entonces, en esta situación lo único que se espera es apoyo con las otras obligaciones, las personales; pero en mi caso, la carga se duplicó porque en lugar de cambiar las responsabilidades del hogar por las del trabajo, ahora tengo un doble compromiso con ambas cosas y no recibo asistencia por ningún lado.

Ahora entiendo las angustias de padre porque la colaboración que recibo son solo angustias y quejas de su parte, malas caras y regaños ocasionales, ahora entiendo que cuando uno llega del trabajo doce horas después de haber salido de la casa lo único que encuentra son más labores para hacer, ahora entiendo que mi paciencia como padre es poca y que la envidia me posee deseando estar en su lugar.

He vivido mi estancia con mesura, esperando seguir disfrutando de la vida sin darle razones a nadie, pero este curso prepartenidad me altera los planes de una manera poco agradable, no me imagino cómo será cuando no tenga ninguna escapatoria y solo me quede darle la cara a la situación, creo que por eso mismo me he mantenido a la distancia de estas responsabilidades eternas.

1 comentario:

Alquimista Artificial dijo...

que buen blog el tuyo ya encontraste un fiel lector