miércoles, julio 11, 2007

Del Que Piensa Pierde

Ahora resulta que todo es mi culpa, que no reaccioné a tiempo y que para cuando hice algo ya era demasiado tarde. Nadie me dijo que éste tipo de situaciones eran una carrera contra el tiempo y que la cuestión no era del mejor postor sino del más rápido del oeste.

Admito que mi tiempo de reacción es más bien corto, como dijeron un día por aquí: Tengo la espoleta retardada; lo cual me hace una amenaza demasiado peligrosa porque no se sabe si voy a explotar o no y cuándo lo haré.

Actuar en momentos así siempre es un desafío para mí, necesito demasiadas indicaciones, ojalá con todo el material didáctico posible y a las mujeres no les gusta eso, quieren un tipo que las agarre en el aire, que actúe de manera decidida sin que ellas develen su interés.

No sé cuánto daría por una mujer que me dijera claramente lo que quiere conmigo, creo que eso ya lo había comentado, también ya lo he vivido, solo que la Ley de Murphy aplica y el interés no es bidireccional. La más común es que cuando ya nada puede pasar se decidan a destaparse y digan una cantidad de cosas que ya no se pueden hacer, valiente gracia.

En este caso no sé por qué tanto afán, tampoco es que me hubiera dado cuenta en el aeropuerto despidiéndola por su viaje a España o a Canadá como refugiada; nos seguimos viendo y las cosas siguen su curso normal, o por lo menos eso pienso yo porque lo más probable es que ella piense que soy un retartado pusilánime.

Creo que cuando uno quiere algo mantiene la vista fija en ese horizonte, no importa que se desvíe en el camino, sabe que todo lo que hace tiene que ver con esa meta; si yo tenía que correr una carrera desesperada para agradarle puede significar que no soy su objetivo, solo una distracción pasajera con posibilidades.

Vaya uno a saber, solo quiero a alguien que quiera lo quiere, entre esas cosas que me quiera a mí. Con eso me conformo.

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